Tan sólo unos meses atrás Verónica había empezado sus estudios como médica y todos pensarían al verla que su vida era todo lo que alguien podría desear. Sus padres eran millonarios, vivían en una mansión enorme junto al bosque, nunca le había faltado nada desde chica, de regalo de grado recibió un Bugatti y era tan solo uno de los excéntricos regalos que sus padres solían darle.
Todos parecían admirarla, no sólo por su riqueza sino su belleza e inteligencia. Verónica era cálida, solía agradarles a las personas y estaba desde pequeña junto a Ana y Jeff.
Sin embargo, no todo era como aparentaba, desde muy pequeña le habían enseñado cómo actuar, sus padres solían estar en ruedas de prensa, en los periódicos, en las entrevistas, y no podían dejar arruinar su imagen con equivocaciones de su hija, por lo que desde muy chica controlaban cada paso que daba.
Los únicos que parecían entenderla y dejarla ser libre eran Lizzy y Apa que salían con ella cuando sus padres no estaban y la dejaban revolcarse en el lodo, reírse sin medidas, comer lo que le gustaba y correr por los bosques hasta estar agotada.
